En efecto, es un privilegio que no se puede negar a la historia: no sólo el de extender la memoria colectiva más allá de cualquier recuerdo efectivo, sino también el de corregir, criticar e incluso desmentir la memoria de una comunidad determinada, cuando se repliega y se encierra en sus sufrimientos propios hasta el punto de volverse ciega y sorda a los sufrimientos de las otras comunidades. La memoria encuentra el sentido de la justicia en el camino de la crítica histórica. ¿Qué seria una memoria feliz que no fuese al tiempo una memoria equitativa?
Paul Ricœur
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