La historia como totalidad temporal abarca el pasado, el presente y el futuro del mundo humano y se presenta como síntesis de experiencias y expectativas. La Revolución Mexicana no es un monumento, sino una amalgama de muchas experiencias revolucionarias necesarias para la construcción significativa del pasado y sobre todo, para los impulsos de las acciones vivenciales del presente y la orientación de las intenciones para con el futuro.
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